La paradoja de la espectadora es una investigación sobre la mirada y la condición del espectador contemporáneo realizada con el apoyo del Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya y Graner Centre de Creació i Arts Vives.
Contenidos relacionado:
︎ Memoria gráfica de la investigación
︎ Espectadores en residencia
︎︎︎ Escenas del confinamiento
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Imágenes de Espectadores en residencia, una comunidad de estudio sobre la poéticas del espectador desarrollada en Graner.
“Lo que me interesa es el destino de la energía impaciente que llena la mirada y que desea otra cosa que lo que se le da […] La mirada se limita difícilmente a la mera confirmación de las apariencias. Está en su misma naturaleza exigir más […] Pues llamo aquí mirada más que a la facultad de recoger imágenes, a la de establecer una relación.” Jean Starobinski, El ojo vivo
Vídeo del programa Escenes del confinament, un proyecto de correspondencias audiovisuales entre espectadores.
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︎ Memoria gráfica de la investigación
︎ Espectadores en residencia
︎︎︎ Escenas del confinamiento
Imágenes de Espectadores en residencia, una comunidad de estudio sobre la poéticas del espectador desarrollada en Graner.
“Lo que me interesa es el destino de la energía impaciente que llena la mirada y que desea otra cosa que lo que se le da […] La mirada se limita difícilmente a la mera confirmación de las apariencias. Está en su misma naturaleza exigir más […] Pues llamo aquí mirada más que a la facultad de recoger imágenes, a la de establecer una relación.” Jean Starobinski, El ojo vivo
La paradoja de la espectadora
Investigación I
2020- en curso
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La paradoja de la espectadora nace de la constatación de un olvido en el campo de las artes. Frente a la insistente atención que han recibido los artistas y las obras durante la modernidad, esta investigación propone un desvío decisivo que nos conduce a perdernos en los dominios del espectador. Una figura inaprensible que, a pesar de su centralidad en cualquier definición de arte, ha sabido mantenerse en secreto, velada por la penumbra de los teatros, escondida en los cines, diseminada en las galerias o parapetada detrás de las pantallas de la hiperrealidad.
Pese a su manifiesta discreción, la inclinación del espectador por la imaginería, su supuesta pasividad frente al mundo, el “encantamiento” por la ficción, el voyeurismo o la ociosidad de sus costumbres lo han convertido en el enemigo declarado de las doctrinas iconoclastas, la crítica del espectáculo, la revolución (Rousseau) y el conocimiento (Platón). Su condición de ser doble puesto, dispuesto y expuesto a las potencias de lo falso -la ficción y las representaciones- le ha costado la expulsión del espacio doctrinario de la verdad. Tal vez eso explica la condición de nocturnidad y embrutecimiento con la que se presente en el corpus de la tradición occidental.
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Desde los diálogos de Platón, las máximas revolucionarias de Rousseau, el teatro pedagógico de Brecht, los análisis de la inflación del espectáculo debordianos, o los intentos más contemporáneos de crear “un teatro sin espectadores”, parece que Occidente se empeña en sacar al espectador del espacio de arrebatamiento de la ficción para devolverlo a los dominios de “lo real”. Su silencio, su recogimiento, su aparente inacción chocan con gran parte de los proyectos estéticos y políticos de la modernidad. Sin embargo gran parte de estos proyectos vierten sus críticas sobre aquello de lo que es objeto la mirada, desatendiendo el conjunto de procesos que tienen lugar en ese gesto inevitable y constitutivo de la visión. Lo que ocurre en ese espacio y la condición de quién detenta las potencias de la visión son los dos pilares de esta investigación:
Si la mirada es un órgano que bascula entre la pasión y la acción, una especie de sismógrafo que traza relaciones entre ver, decir, sentir y pensar: ¿Qué escena nos devuelve la mirada del espectador? ¿Cómo actúa su mirada sobre la escena? ¿ A dónde lleva y qué sentidos y afectos se elaboran en esa zona de penumbra que habitan los espectadores? ¿Cuáles son las poéticas de la traducción y los juegos de equivalencias que intervienen en la producción del sentido y la experiencia? ¿Cómo problematizar el campo de constitución de la mirada para liberar la imaginación de los circuitos de la autoridad, el consumo y el espectáculo que saturan el espacio del arte y la cultura? ¿Cómo repensar las potencias de la escena desde la perspectiva del que mira? ¿Cómo transformar los materiales de la escena en un territorio colectivo donde afirmar los imaginarios de la escena por venir?
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Investigación I
2020- en curso
La paradoja de la espectadora nace de la constatación de un olvido en el campo de las artes. Frente a la insistente atención que han recibido los artistas y las obras durante la modernidad, esta investigación propone un desvío decisivo que nos conduce a perdernos en los dominios del espectador. Una figura inaprensible que, a pesar de su centralidad en cualquier definición de arte, ha sabido mantenerse en secreto, velada por la penumbra de los teatros, escondida en los cines, diseminada en las galerias o parapetada detrás de las pantallas de la hiperrealidad.
Pese a su manifiesta discreción, la inclinación del espectador por la imaginería, su supuesta pasividad frente al mundo, el “encantamiento” por la ficción, el voyeurismo o la ociosidad de sus costumbres lo han convertido en el enemigo declarado de las doctrinas iconoclastas, la crítica del espectáculo, la revolución (Rousseau) y el conocimiento (Platón). Su condición de ser doble puesto, dispuesto y expuesto a las potencias de lo falso -la ficción y las representaciones- le ha costado la expulsión del espacio doctrinario de la verdad. Tal vez eso explica la condición de nocturnidad y embrutecimiento con la que se presente en el corpus de la tradición occidental.
Desde los diálogos de Platón, las máximas revolucionarias de Rousseau, el teatro pedagógico de Brecht, los análisis de la inflación del espectáculo debordianos, o los intentos más contemporáneos de crear “un teatro sin espectadores”, parece que Occidente se empeña en sacar al espectador del espacio de arrebatamiento de la ficción para devolverlo a los dominios de “lo real”. Su silencio, su recogimiento, su aparente inacción chocan con gran parte de los proyectos estéticos y políticos de la modernidad. Sin embargo gran parte de estos proyectos vierten sus críticas sobre aquello de lo que es objeto la mirada, desatendiendo el conjunto de procesos que tienen lugar en ese gesto inevitable y constitutivo de la visión. Lo que ocurre en ese espacio y la condición de quién detenta las potencias de la visión son los dos pilares de esta investigación:
Si la mirada es un órgano que bascula entre la pasión y la acción, una especie de sismógrafo que traza relaciones entre ver, decir, sentir y pensar: ¿Qué escena nos devuelve la mirada del espectador? ¿Cómo actúa su mirada sobre la escena? ¿ A dónde lleva y qué sentidos y afectos se elaboran en esa zona de penumbra que habitan los espectadores? ¿Cuáles son las poéticas de la traducción y los juegos de equivalencias que intervienen en la producción del sentido y la experiencia? ¿Cómo problematizar el campo de constitución de la mirada para liberar la imaginación de los circuitos de la autoridad, el consumo y el espectáculo que saturan el espacio del arte y la cultura? ¿Cómo repensar las potencias de la escena desde la perspectiva del que mira? ¿Cómo transformar los materiales de la escena en un territorio colectivo donde afirmar los imaginarios de la escena por venir?
